VENEZUELA AL BORDE DE LA GUERRA CIVIL.

Como se esperaba, dada la extrema polaridad vivida en el proceso electoral venezolano, la hirviente olla de presión política está a punto de hacer explosión y bañar, no de agua, sino de sangre hermana, a la patria de Bolívar. Desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) dio ganador al presidente y candidato Nicolás Maduro Moros con el 51,20% de los votos emitidos contra el 44,02% del principal candidato de la oposición Edmundo González, se han producido protestas en casi toda la geografía del país denunciando lo que la oposición llama un fraude masivo.

Las protestas, que han incluido derribo de estatuas del extinto presidente Hugo Chávez e incluso ataques a unidades militares, son calificadas por el gobierno como “actos terroristas” y una de sus principales figuras, Diosdado Cabello, ha llamado a una movilización masiva del chavismo en defensa del resultado electoral anunciado por el CNE y de las instituciones democráticas. En el relato del gobierno, la oposición está al servicio de intereses extranjeros que buscan tumbar la revolución bolivariana y hacerse con los inmensos recursos naturales del país.

La oposición encabezada por su actual vocera principal, María Corina Machado, está en las calles al grito de “libertad”, denunciando lo que llama fraude colosal de la dictadura de Nicolás Maduro. Se reportan incluso pequeños grupos de militares uniéndose a los protestantes, lo cual podría escalar a niveles preocupantes de enfrentamientos sangrientos. Las próximas horas serán decisivas para el futuro de Venezuela, cuando los partidarios de ambos partes, gobierno y oposición, enardecidos por los discursos apasionados de sus líderes se vean cara a cara en las calles del país.

Nos toca estar atentos y ser solidarios con el pueblo venezolano, sin azuzar el odio hacia uno otro bando. Es evidente que en una contienda electoral siempre habrá ganadores y perdedores, y cuando las posiciones se extreman como en este caso, las llamas del odio entre hermanos pueden desencadenar en lo peor. La solución violenta que algunos acarician pudiera ser un peor remedio que la enfermedad. En cambio, siempre habrá esperanza para algún tipo de salida que represente a todos los venezolanos sin exclusión, sin revanchas y sin odios.

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